La rehabilitación psicosocial supone el proceso y resultado del abordaje comunitario hacia la salud mental. Entre sus principios fundamentales se encuentra el enfoque comunitario. Por supuesto, este implica que el proceso rehabilitador tenga lugar en el contexto de la persona, utilizando los recursos disponibles en el mismo, pero igualmente es importante considerar que el resultado del proceso implica la plena participación de dicha persona en su comunidad, en igualdad de condiciones que cualquier otro ciudadano, con los mismos derechos y responsabilidades.
¿Cómo participamos en la comunidad? ¿Cómo disfrutamos nuestros derechos? ¿Cómo llevamos a cabo nuestras responsabilidades? ¿Cuáles son las vías que nos hacen sentirnos realmente integrados socialmente? A lo largo de nuestra vida, nos vamos desempeñando con acciones y actividades, estableciendo vínculos, relaciones y redes, que van forjando nuestra identidad y nuestro sistema de valores. Durante este proceso incorporamos diferentes roles, que varían de forma dinámica en base a las demandas de nuestro propio ciclo vital, y las responsabilidades que la cultura en la que estamos inmersos y nuestro proceso personal otorgan a cada etapa. Estos roles se van ejercitando a través de las actividades y ocupaciones que llevamos a cabo, en los contextos y con las personas con las que nos relacionamos. Esto además, nos permite desarrollar competencias personales para que dicho desempeño sea eficaz, de forma que podamos cumplir con nuestras responsabilidades y sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Participamos en la comunidad a través del desempeño de ocupaciones significativas, en base a los roles que configuran nuestra identidad y a las relaciones que establecemos y mantenemos con otras personas.
La Rehabilitación psicosocial, desde el enfoque comunitario de normalización y basado en competencias, precisa que dicho proceso se desarrolle en la comunidad mediante la participación en actividades significativas, y se oriente hacia a la plena integración-participación comunitaria, de forma que la persona pueda mantener la participación en ocupaciones vinculadas a los roles propios de su identidad.
El ejercicio profesional dentro de la rehabilitación psicosocial, implica una revisión constante sobre la práctica, que garantice a lo largo del proceso de atención, un conocimiento sobre las necesidades reales de la persona a través de la exploración de su historia vital (a nivel ocupacional, clínico, relacional), la priorización de sus propios objetivos personales y la responsabilidad de ofrecerle aquellas técnicas y herramientas necesarias para conseguirlos, de forma congruente con sus valores y respetando su integridad, dignidad y propia responsabilidad en el proceso. ¿Seremos capaces de no condicionar y exigir a la persona priorizando nuestros propios valores, y basándonos en aquellos modelos teóricos que nos dan más seguridad como profesionales, más allá de su congruencia con las características y valores de las personas a las que prestamos el servicio?
Desde una perspectiva más general, se hace imprescindible que el diseño del funcionamiento en los diferentes recursos de rehabilitación psicosocial sea coherente con estos mismos principios. Esto precisa que se lleve a cabo una revisión constante de dichos diseños, que garantice implementar programas y acciones coherentes a los objetivos del recurso, velar por los derechos y responsabilidades de las personas que hacen uso de los mismos, prevenir la institucionalización en recursos de rehabilitación comunitarios, asegurar un trato con dignidad, teniendo en cuenta valores, necesidades y prioridades personales, respetando los propios procesos de las personas atendidas, ofreciendo recursos y desafíos ajustados en un contexto digno. ¿Se hace esto posible sin que interfieran cuestiones económicas, políticas y sociales?
Efectivamente, estas reflexiones no son “nada nuevo bajo el sol”, pero se hacen necesarias, para no perder la perspectiva centrada en la persona y en el enfoque comunitario, para mantener un funcionamiento en los recursos basados en los principios básicos de la rehabilitación psicosocial y que favorezca la recuperación de las personas, entendiendo dicha recuperación como la posibilidad de mantener una vida digna con la mayor autonomía posible, dentro del contexto relacional natural, participando en la comunidad como ciudadano de pleno derecho.
Carmen Garrido. Terapeuta ocupacional.